viernes, 8 de julio de 2016

RAKISHIA

Autora: Helena Reyes


Volvía a ser de noche en Rakishia, reinaba el silencio, un silencio triple.

El primer silencio era una calma hueca y resonante constituida por las cosas que faltaban.  Si hubiera conversaciones, éstas llenarían el espacio y le darían vitalidad.  Si hubiera habido personas, aunque sólo fuera un puñado de almas sin vida que pasarán allí la noche, su agitada respiración y sus ronquidos habrían derretido el silencio como una sofocante brisa veraniega.  Si hubiera habido música...  Pero no, el pueblo entero estaba de luto.

En el cementerio, un hombre yacía acurrucado en su mullida y aromática tumba.  Esperaba el sueño con los ojos abiertos, en la oscuridad, sin nadie que llorara por él ni apoyara su delicada mano para cerrarle los ojos al decir adiós a este mundo.  Eso añadió un pequeño y asustado silencio al otro silencio hueco y mayor.

El tercer silencio no era fácil de reconocer.  Si pasabas una hora escuchando, quizá empezaras a notarlo en las gruesas paredes de piedra del viejo hospital, quizás lo notases en la desusada chimenea de madera, en el tosco arcón situado a los pies de la rígida cama, en el movimiento lento y constante de las manos del individuo que yacía dolorosamente sobre la cama esperando, como quien espera un milagro, la débil luz del amanecer.

Arrugas de cansancio decoraban su rostro y le hacían parecer mucho más viejo de lo que en realidad era, su mirada empezaba a palidecer abandonando el bonito color café de sus pupilas, los recuerdos de una vida pasada empezaban a atormentarle por las noches mientras él sólo esperaba la muerte como un regalo divino.

Su mirada paseó por la habitación hasta que por fin encontró lo que deseaba. Con delicadeza, se levantó de su lecho, mientras que con una mano arrastraba el soporte para el suero que lo mantenía con vida, la otra, se la llevaba al pecho, marcando los compases de los latidos del corazón.  Llegar hasta el arcón le costó un esfuerzo inhumano, y al hacerlo, tuvo que pararse a descansar; agotado y respirando agitadamente para conseguir llevar aire a sus deteriorados pulmones.  Allí sentado, se sintió viejo y desdichado, la tristeza que desprendía hizo estremecer hasta aquel hombre, que por fin había encontrado la paz infinita.

Con el pulso titubeante mojó la pluma en el bote de tinta y escribió unas débiles palabras que sólo un ciego de corazón como él podría entender.  Un poco más seguro de sí mismo, continuó escribiendo palabras al azar hasta estar preparado.  Lentamente se humedeció los labios mientras comprobaba la calidad de su caligrafía; lo que vio le disgustó bastante, pero en ese momento lo que necesitaba era marcharse de este mundo, que tantas veces le había provocado, dejando constancia de la caída ante el enemigo de Rakishia, ya que el suyo sería el único testimonio.  Lo único que necesitaba era hacer un viaje en el tiempo de sus recuerdos.

"Emily".  Por un instante las arrugas desaparecieron de su rostro dando paso a una felicidad irreal, una sonrisa decoró su rostro, pero la alegría no llegó a su mirada; más que felicidad, lo que sentía  era una profunda nostalgia que empezó a roerle por dentro.

Sin el peso del sufrimiento, del cansancio, del dolor, su rostro se volvió asombrosamente joven y no aparentó tener más de veinticinco años, pero el delirio y la enfermedad acabaron con él.

El tiempo, ese reloj que sin piedad marca el ritmo de la vida y que despiadadamente había acabado con todas las almas de aquel inhóspito pueblecito destrozado por la guerra.

Radishia tres días antes...  A veces, cuando cierro los ojos, aún puedo recordar el alegre sonido de las voces de aquellos niños que solían jugar en la plaza del pueblo, lo gritos jubilosos procedentes de los bares, las largas noches que pasaba con mis amigos disfrutando de buenos partidos de fútbol y de los agradables paseos de la mano de Emily.

No los vimos llegar, desde hacía días se rumoreaba que otros pueblos estaban siendo arrasados, pero en aquellos momentos todo parecía tan lejano que cuando el sonido de los aviones empezó a perturbar la tranquilidad de la noche parecía un sueño, una pesadilla.  Los gritos de terror se sobrepusieron a las explosiones de las bombas; ni siquiera sé cómo entre tanto caos pudimos organizarnos.  Lo primero que hicimos fue evacuar a las mujeres y niños hacia los bosques cercanos, ojalá hubiese podido despedirme de Emily.

Un grupo pequeño de hombres creamos una barricada en la plaza del pueblo.  No teníamos armas con las que pelear, pero aún así intentamos oponer resistencia para ganar tiempo y que nuestras familias se pusieran a salvo.

La primera ráfaga de metralla atravesó mi pecho.  Mientras me llevaban al hospital me sentí horrorizado al ver a mis vecinos y amigos muertos por doquier.  Perdí la consciencia, y cuando desperté estaba solo en la habitación del hospital.

Maldigo al hombre que por un gastar una bala me dejó revivir tal horror.



"La guerra es la consecuencia directa de alguien que obedeció en lugar de pensar" Alex Comfort.

lunes, 20 de junio de 2016

MI FANTASMA. Un relato de Isa Trillo.


Hola, hija mía, te escribo desde la cárcel esta carta para tu funeral; siento no estar ahí, siento haberte decepcionado, siento no haber podido salvarte; aún estarías aquí si te hubiera impedido ir, si no hubiera confiado nunca en ese tipo tanto como tú lo hacías.  No sabes cuánto lo siento.  No sabes cuántas lágrimas caen de mis ojos al recordar tu cuerpo en ese lugar. No sé..., recuerdo la forma en la que te solías enfrentar al mundo..., podrías haber hecho grandes cosas.  Pero mira nuestro fin; yo aquí en la cárcel por intentar vengar a mi hija, y tú muerta; no puedo evitar echarme la culpa, lo siento mucho, de verdad".

Esta es la carta de mi padre, y te preguntarás cómo puedo escribir esto estando muerta,  al principio yo tampoco lo entendía, incluso pensaba que estaba  viva, hasta que vi mi cuerpo a mi lado, con sangre; estaba pálida..., pero recordaba todo perfectamente, para mi desgracia.

Todo empezó el primer día de instituto, yo estaba con mis amigas, todas estábamos nerviosas, pero emocionadas a la vez, entramos en clase y allí lo vi, a Tom.  Llevaba detrás de él unos dos años, para él yo era invisible, así que ni me lo pensé cuando ese primer día de clase me pidió una cita, no podía creerlo, fue tan repentino...

Tom era el hijo del mejor amigo de mi padre, él confiaba en Tom como si fuera su propio hijo, gran error, pero no fue su culpa lo que me pasó, ¿cómo iba a saber él que acabaría matándome?

Esa misma tarde, me vestí, y espere a que Tom me viniera a buscar en su coche, yo no podía estar más contenta, aún no podía creerlo.  Mi teléfono sonó, era un mensaje de Tom, decía que bajara, y así hice.

Una vez en el coche miré a Tom y le pregunté a dónde íbamos, él no se molestó en mirarme, sólo me dijo con un tono algo seco que ya lo vería.  Algo pintaba mal, no pronunciamos palabra en todo el camino, en media hora de largo viaje.  Al fin, paramos cerca de una casa en el campo, estaba en muy mal estado, pero ya no había forma de volver atrás.  Así que simplemente seguí a Tom hasta el interior de la casa a la que me condujo.

La casa estaba oscura y sucia, tenía ganas de irme.  Le dije a Tom que conocía un bar cerca de allí, al que podíamos ir; me gritó un "¡No! rotundo y seco... y me tiró al suelo de un empujón.  Empecé a llorar tratando levantarme del suelo, pero él me estaba arrastrando hacia dentro de una habitación muy pequeña, en la que no había nada, estaba completamente vacía.

Seguía llorando y preguntándole por qué; él me pidió que me callara y se sentó a mi lado, me explicó que hacía todo eso por su padre, que él le obligó a secuestrarme y encerrarme en esa habitación, y que tarde o temprano me mataría, todo por una pelea entre mi padre y el suyo, una gran pelea al parecer.

 Me explicó que todo pasó al principio del verano del año anterior, cuando los dos estaban en el bar, un hombre se sentó la lado de su padre y les ofreció un montón de dinero por robar un pendrive de la oficina de su jefe que contenía datos de muchísima importancia.  El padre de Tom dijo que no, al instante; pero mi padre acabó diciendo que sí "-necesitamos ese dinero", dijo.  Él robó el pendrive, y cuando se dieron cuenta de su falta, le echó la culpa al padre de Tom, y lo metieron en la cárcel.

Por eso estaba yo ahí; su padre quería vengarse matándome.  Tome empezó a llorar, como yo; me pidió perdón y acto seguido... me apuñaló.

Me encontraron a los dos días, ni que decir tiene que nunca me había sentido peor, no sólo por mí, sino también por mi familia, no sabía qué pensar sobre mi padre, por un lado le odiaba por haber hecho eso, pero por otro lo entendía.  Se volvió loco.  Siguió a Tom en coche para ver si descubría algo, ya que fue el último en verme viva, nunca pensó que él hubiera hecho lo que hizo, pero sabía que me había matado.  La tristeza y el coraje lo volvieron loco, se chocó contra el coche de Tom a proósito, matándolo.  Mi padre no era una mala persona, hizo lo correcto al final, se entregó a la policía.

Volviendo a la actualidad, estoy aquí con Tom, él no se perdona por lo que hizo, pero con el tiempo lo hará, ahora tiene todo el tiempo del mundo; yo le perdono, en sí no es su culpa, ya me vengaré cuando muera su padre, lo más triste es ver como preparan mi funeral, no me gusta nada verlos así; pero sé que lo superarán, ahora sólo me queda planear mi venganza,... esperar.

Historia basada en el artículo: "El conductor del atropello de Marbella está procesado por la desaparición de una chica"  La Opinión.  11/05/2016.




martes, 15 de marzo de 2016

RELATO

Arde la biblioteca de Portada Alta

Carmen Hidalgo

Se despierta en el suelo agonizando por el humo provocado por el incendio en la biblioteca del instituto; donde, casualmente, él se encuentra.  Intenta enfocar la vista y observa, forzosamente, el espantoso desastre que se muestra ante sus irritados ojos.  Grandes llamas de fuego lo rodean, quemando todo lo que se encuentra a su alrededor.  Cada vez le cuesta más respirar; el humo ha invadido gran parte de sus pulmones.  Hace el intento de levantarse agarrándose a las sillas que aún no se han quemado.  Visualiza la puerta y va caminando hacia ella evitando quemarse con las llamas. "¿Cómo he llegado hasta aquí?", se pregunta mientras intenta alcanzar el pomo de la puerta.  Con mucho esfuerzo, consigue abrirla y sale al pasillo.  Respira hondo varias veces, mientras el oxígeno limpio entra por sus fosas nasales, quitándole la ansiedad.  Alza la vista con la esperanza de ver a alguien, pero, desgraciadamente, está solo.  Recorre los pasillos pidiendo ayuda, pero nadie le contesta.  Desesperado, va hacia la entrada del instituto, y, para su sorpresa, las puertas están cerradas.  Las golpea con fuerza, llorando desconsoladamente, sin entender lo que está sucediendo.  Observa la soledad que se encuentra con él.  A estas alturas debería estar ya todo el instituto convertido en cenizas, pero las llamas no salían de la biblioteca.  Un fuerte golpe le hace sobresaltarse, despertarse hiperventilado y con un sudor frío.  Mira a un lado y otro de la cama del hospital. "¿todo ha sido un sueño?", se pregunta.  "o el sueño es esta habitación de hospital y estos tubos de oxígeno que me mantienen con vida?".  

viernes, 11 de marzo de 2016

RELATO

Autor: José Navarro


LA BIBLIOTECA DEL IES PORTADA ALTA ARDE

Yo estaba allí, leyendo un libro de miedo sobre unas memorias de un pirómano, un personaje que sentía excitación por el fuego.  Me fascinaron sus descripciones de los trajes que usaba, sus propias víctimas, puestas sobre su cuerpo de manera extraña...  Metí la mano en el bolsillo de mi pantalón, y encontré una caja de fósforos, puedo asegurar que no llevaba ninguna, pero allí estaba.  En el otro bolsillo sentí tocar una especie de muñeco quemado, justo como se describía a la última víctima en el libro que estaba leyendo.  A mi derecha había una gran garrafa de gasolina, sí, estaba allí, en la biblioteca, sobre la mesa, a mi lado...  Una parte de mí me impulsaba a hacerlo, otra me retenía...

Una chica estaba allí sentada, enfrente de mí.  Comenzó a chillar.  Le tiré el libro que leía a la cara; me abalancé sobre ella y la amordacé con mis manos...la chica se desvaneció...

Conforme caminaba, un rastro de gasolina salpicaba mis piernas.  Llegué a la puerta, la atranqué, eché un fósforo y comencé a caminar...

De repente volví a ser yo, oí gritos; entonces pensé "Pero,  ¿qué he hecho?"


Moraleja: ¡que no se te suban a la cabeza los libros, sal a la calle a que te dé el aire!

jueves, 10 de marzo de 2016

RELATO

Autora: Carmen Molina

SE QUEMA LA BIBLIOTECA DEL IES PORTADA ALTA


Había visto una persona, a la que no pude reconocer, era alta y llevaba una sudadera negra.  Fui a averiguar quién era, pero en el instante en el que me acerqué, salió corriendo y sin dejar rastro.  percibí un fuerte olor, seguí el camino por donde me llegó el olor; procedía de la biblioteca, todos los libros se hacían cenizas y yo no podía hacer nada.  Fui corriendo a buscar un extintor, cuando lo encontré me dirigí a la biblioteca y apagué las llamas, ya sólo quedaban cenizas.

Había pasado una semana desde el incendio de la biblioteca; pregunté a todo el mundo que se encontraba en el IES el día del incendio, nadie vio nada; parece como si al hombre misterioso que vi correr tan aceleradamente se lo hubiera tragado la tierra.  No sé lo que se trae esa persona entre manos, pero sé que no pararé hasta encontrarlo.  Intenté buscar huellas, pero estaba todo chamuscado, sería imposible.  Aunque, hay algo que se me está olvidando.

Salí de la biblioteca y me di cuenta de que hay una cámara de vigilancia, no había caído en este detalle tan obvio, qué tonta soy.  Fui a ver las grabaciones de la cámara... y allí estaba, todo muy claro, parecía imposible, pero era cierto, la persona que quemó la biblioteca era...